Relato América

Por primera vez desde que nos llevaron a la celda había un silencio absoluto ni pasos, ni ruidos de las puertas metálicas, ni voces... en el corredor, ese espacio desconocido que asociaba al laberinto del Minotauro sin principio ni final, donde se perdía el tiempo y el espacio. Había perdido la noción de las horas, por lo que presumí era el atardecer del primer día de reclusión en jefatura hasta ese silencio... Solo oía el ronquido asmático de Elena que se había dormido. Yo trataba de seguirle el ritmo, no podía, tenía los brazos muy doloridos... nos habían sentado frente a focos reflectores que nos impedían ver y nos ataron las muñecas con trapos que colgaron de un soporte, de manera para que los brazos quedarán en alto.

El interrogatorio se sucedía con diferentes voces... otra vez la venda y el laberinto... llegamos a lo que se notaba era un baño donde el agua corría con mucho ruido en lo que pudimos saber era una especie de pileta de lavar.

Sentí un fuerte olor a cigarro y un cuerpo que me apretaba con las piernas contra la pileta, con uno de los brazo me rodeaba los senos y con la mano me hundió la cabeza en el agua, hice fuerza tratando de zafar entre arcadas y vómitos mientras él decía obscenidades, tomándome del pelo me sacó, en la pileta de al lado, Elena padecía lo mismo. Volvieron a zambullirnos y no sé hasta hoy como hizo Elena que logro deshacerse del que la sujetaba y comenzó a gritar: "Esta embarazada" refiriéndose a mí, el que me tenia apretada me preguntó: "¿Estás embarazada?" afirme con un gesto de cabeza que era lo que podía hacer, mientras tosía y devolvía agua, me soltó y creí oír que decía, "ya está" y mientras tratábamos ambas de recuperar el aire, apareció una funcionaria con toallas intentando ayudarnos a secarnos la cabeza, mientras me preguntaba: "¿sos vos la que está embarazada?, bueno tranquila ahora van a descansar, la madre de la maestrita (dijo dirigiéndose a Elena) les trajo ropa y alimentos ahora van para otra sección, van a estar mejor ahí". Nos puso la venda y nos llevó dando varias vueltas a otra celda, con camas y una ventanita por donde entraba la luz del amanecer. ¡Tota bendita! además de ropa seca nos dejó abundante desayuno... qué alivio... y el silencio. Supusimos que nos pasarían al Juzgado. Nos abrazamos mientras tomábamos jugó mezclado con lágrimas.

Elena me dijo señalándome con un dedo acusador: "¡vistes te dije que si no lo decías tu yo les iba a decir!"

"Si tenias razón yo pensé que sería peor si lo decía"

Después entre el silencio y los ronquidos de Elena me invadió una agradable sensación de ir adormeciéndome, de pronto sentí algo tibio que me corría por la pierna, un hilito de sangre me bajaba por la rodilla.

Elena golpeó la puerta gritando ayuda. Hubo un revuelo de voces y gente que se desplazaba por el pasillo, Elena se sentó a mi lado mientras me acariciaba las manos. Entró a la celda un hombre y tendiéndonos la mano se presentó: "Soy Otero, jefe de Inteligencia y Enlace, llegue hace una hora estaba afuera de Montevideo, no sabía que estaba detenida, y embarazada tendría que haberlo dicho apenas la detuvieron. Ahora vendrán a examinarla, ¿cómo se siente?"

Vino una doctora el sangrado era poco y se había detenido, me examinó y dijo que debía hacer unas horas de reposo. A partir de ahí ya no hubieron más agresiones físicas. Al atardecer vino mi suegra me trajo alimentos y subió a una oficina donde me llevaron en una silla de ruedas. Al otro día vino la doctora volvió a examinarme y dio permiso para que fuera al juzgado. Vimos a nuestros compas y a la tarde nos llevaron a La cárcel de Cabildo.

Los médicos deciden dejarme internada dado que ya tenía una diabetes instalada con altos grados hiper glicemia.

Me dicen que hubiera necesitado un tratamiento. Y control desde los primeros meses, por lo que se preveia un parto difícil y con consecuencias para la beba.

Fueron días difíciles de angustia y bronca, me alentó la primera fuga (Palomas) de las compañeras de cárcel Cabildo de la que supe por la visita de mi familia al hospital, y el nacimiento de Mauricio, hijo de Eva Ramírez, primer niño varón nacido en cautiverio. Se me provoca el parto y mi hija nace sin poder respirar y órganos afectados por la diabetes, su estado es grave y es puesta en incubadora yo a la vez con problemas de hipertensión y con los valores altos de glicemia y una isquemia cardíaca. A los dos días de nacer viene una médica con mi abogada y me informan que mi hija falleció. Sandra, es la primera niña mujer que nace y fallece en cautiverio.

Pido para verla y me dicen que no tengo permiso ya que tendrían que llevarme a la morgue y dado la situación de la fuga de las compañeras de Cabildo endurecieron las medidas de seguridad y más que nada "por mi estado de salud" no era conveniente, ¡excusa! , yo comienzo a protestar fuertemente, por lo que me llevan a verla, intento pararme de la silla de ruedas para tomarla en mis brazos, me impiden hacerlo sentándome bruscamente y apretándome con fuerza uno de los guardias que acompañaba a la enfermera, armo un escándalo y sacando fuerzas no sé cómo! me suelto y tomo a mi hija. La acaricio y le habló al oído, de nuestra lucha le pido disculpas por las consecuencias que recayeron sobre ella, etc. increíblemente me dejan tenerla y hablarle así.


América García